Estamos acostumbrados a ver barreras acústicas o también llamadas pantallas, cuando viajamos por autovías y nos aproximamos a la entrada o estamos llegando al extrarradio de una gran capital.
También vemos como en interiores de grandes industrias, pabellones o espacios públicos diáfanos, el objetivo de este tipo de cortinas es más bien de reducir los campos de reverberación, por ello su objetivo es más bien de absorción, más que de aislamiento.
Existen muchas actividades al aire libre y en interiores que son susceptibles de un tratamiento acústico, principalmente para cumplir con las normativas de prevención en contaminación acústica y seguridad e higiene laboral.
Debido a al ruido generado por determinada maquinaria, se hace imprescindible el uso de una cortina aislante de ruido que absorba y desvíe las ondas sonoras residuales de forma vertical.
Sin ir más lejos, entre las actividades más cotidianas que se pueden encontrar donde aplicar este tipo de aislamiento acústico como pueden ser las escuelas que utilizan este tipo de cerramientos textiles para aislar los grandes ventiladores de condensadores ruidosos o por ejemplo en los hospitales el uso de cortinas aislantes que actúen como barrera acústica en grupos de enfriadores. Otra de las utilidades de las cortinas acústicas, es la de compartimentar grandes espacios abiertos.
Sea cual sea la actividad en donde se tenga que aplicar el tratamiento acústico, la finalidad principal de una cortina aislante de ruido es en primer lugar absorber toda la energía sonora posible, mediante diferentes capas de tejidos que de manera gradual van transformando en calor las ondas sonoras haciendo que estas se disipen al contacto con las fibras textiles.
Con todo esto hay que aclarar que una cortina aislante de ruido que funcione adecuadamente debe de complementar la capacidad de absorción con la de aislamiento, pero al mismo tiempo sus tejidos en forma y calidad deben aportar niveles de atenuación en distintos hercios (Hz).
Tenemos que pensar que el rango de frecuencia de audición de una persona oscila entre los 2.000 y los 5.000 Hz, dentro de este espectro es donde estas frecuencias la cortina acústica presta una mejor funcionalidad, dependiendo claro está del nivel de presión sonora, que no es otra cosa que la potencia generada por una fuente medida en vatios de salida.
La potencia acústica viene determinada por la propia longitud de onda, pues cuanto menor sea la longitud de onda, mayor es la cantidad de energía (potencia acústica) que genera. Esto se debe a que una menor longitud de onda provoca un aumento de frecuencia, y por consiguiente un aumento de la cantidad de energía resultante.
Llegados aquí, concluimos que generalmente los sonidos son agudos o graves, dependiendo de la cantidad de hercios (Unidad de frecuencia del Sistema Internacional, de símbolo Hz, que equivale a la frecuencia de un fenómeno periódico). Cuanto más hercios, más agudo es el sonido.
Por tanto una cortina aislante de ruido que sea eficiente debería autoecualizar el sonido de forma pasiva, no solo con capas verticales homogéneas, sino también aportando cierta degradación gradual en sus fibras.
Las cortinas acústicas a nivel industrial pueden ayudarnos con los siguientes factores en su lugar de trabajo:
Mejorar la eficiencia en el lugar de trabajo
Aumentar la seguridad, la privacidad y las áreas de seguridad.
Crear zonas de temperatura controlada
Control de luz y luz solar
Humedad o climatización
Reducción de ruido
Contención de polvo
Contención de humos
Segregación de piezas o máquinas
Áreas de almacenamiento