En toda ciudad las zonas verdes además de oxigenar el medio ambiente, compensa la contaminación atmosférica, pero por otro lado su mantenimiento produce mucho ruido por los cortacésped, desbrozadoras, sopladoras y barredoras. Es una de las consecuencias de la contaminación acústica urbana.
Al amanecer muy temprano nos despierta cada mañana junto al paso del camión de la basura. Todos estos ruidos hacen vibrar las superficies de las fachadas y se filtra a través de las ventanas, el espacio de incidencia de las ondas sonoras que logran traspasar al interior de las viviendas.
Psicólogos y los psiquiatras, coinciden en que el ruido es uno de los factores ambientales que más afectan a la calidad de vida y acaban por trastornar lo más profundo de nuestra mente.
Estudios realizados y publicados por la OMS, demuestran el nivel de ruido que el oído humano puede tolerar sin alterar su salud es de 55 decibeles. Y dependiendo del tiempo de exposición, ruidos mayores a los 60 decibeles pueden provocarnos malestares físicos.
Las cortinas acústicas son una alternativa a modo de complemento para mitigar el problema de los ruidos en casa, aquellos que proceden del exterior como consecuencia de la contaminación acústica urbana y que tanto molestan. Ruidos de toda índole acaban por causar estrés y hace que el umbral del dolor de ruido que es de 120 dB como los conciertos de música o en discotecas pueden ocasionar graves lesiones.
Este último tipo de establecimientos, las discotecas son lugares de ocio donde tienen que tener una protección especial para aislarse del resto de viviendas, de ahí que las cortinas acústicas sean la solución para conseguir la estanqueidad necesaria en puertas de acceso.
Crear un entorno sonoro saludable no es fácil, unos niveles de ruido seguros siempre implica un reacondicionamiento acústico en muchos casos, pero también podemos influir nosotros mismos en la calidad acústica como bajar el volumen de la televisión o la radio, que tanto molestan a los vecinos.
Es difícil mantener siempre un nivel de ruido seguro o recomendado, sin embargo hay que esforzarse por crear un entorno sonoro saludable. Normalmente 50 decibelios es un ambiente de calma, pero cuando se alcanza los 70 decibelios el ruido puede ser irritante e insoportable.
En un ambiente de mucha contaminación acústica urbana los costos causados por los efectos de la exposición al ruido ambiental han sido puestos a prueba mediante modelos económicos, siendo la molestia el efecto principalmente considerado para esa evaluación.
Los costos que se han estimado son los generados por: a) la protección comunitaria y privada (barreras acústicas, aislamiento sonoro en ventanas con cortinas acústicas), b) las pérdidas de productividad, c) el cuidado de la salud, d) las pérdidas de bienestar psicológico y e) el cambio del valor de mercado de la vivienda.