Ante el sobrevuelo constante de más de 300 aviones sobre el término municipal de Tres Cantos, el ruido que tienen que soportar sus vecinos es ya insoportable y ensordecedor, un problema serio de contaminación acústica que comienza en el año 2006 cuando se abrió la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas.
Realmente estamos muy indefensos ante una problemática como la de convivir diariamente con el aterrizaje y despegue de tantos aviones comerciales, de ahí que muchas personas sufran a medio y largo plazo problemas cardiovasculares, de insomnio y estrés que acaban por agravar otras enfermedades crónicas.
Pero no solo los distritos más periféricos padecen de tanto ruido, existen áreas rurales cercanas donde la ganadería se cría con un excesivo estrés.
Abstraerse del ruido y de la contaminación acústica es muy difícil y siempre decimos que con el tiempo parece que oímos menos, en realidad estamos sufriendo una merma auditiva.
Según los expertos, los valores máximos de ruidos de avión percibidos por los afectados suelen oscilar entre 55 dB y 85 dB, aunque en ocasiones pueden superar los 90 dB.
Para reducir estos índices tan altos en el mercado existen cortinas acústicas que consiguen rebajar hasta en 30 decibelios estos valores.
El impacto medioambiental que genera el ruido causado por el tráfico aéreo es una de las preocupaciones mayores del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, que cuenta con un controlador llamado SIRMA.
Este sistema detecta, mide y analiza el ruido producido por los aviones con la ayuda de micrófonos estratégicamente repartidos en todo el entorno del aeropuerto.
Con estos medios se intenta reducir el ruido poniendo en práctica cuatro apartados, reducción del ruido en la fuente, planificación y gestión de la utilización de los terrenos, procedimientos y operaciones de atenuación del ruido y restricciones a las operaciones de las aeronaves.
Aunque se antoja un tanto quimérico el que las aerolíneas pongan remedio al ruido que producen sus propios aviones, las personas que tienen que soportar tanto ruido continuado, no le quedan más remedio que actuar drásticamente instalando ventanas con contraventanas y cortinas acústicas de alto aislamiento.
Estas cortinas de aislamiento son muy habituales verlas en hoteles de aeropuertos, lugares de paso y descanso para los viajeros que necesitan tranquilidad.
Estas cortinas al igual que su instalación en hoteles, pueden personalizarse para adaptarlas a la decoración de cualquier vivienda, pues sus capas interiores actúan como aislante acústico y la exterior puede confeccionarse en colores más amigables acorde a la decoración.